Emisario del Diablo.

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Eran casi la una de la madrugada, quizás más o quizás menos realmente no importa mucho la hora, solía quedarme hasta esas horas consumiendo la programación de la TV hasta quedarme dormido, ahora trato lo menos posible de quedarme hasta esas horas.
Estaba observando la televisión tranquilamente como era mi costumbre cuando hubo un pequeño corte eléctrico, a los pocos segundos la electricidad volvió, era de suponerse que la TV se encendiera pero no ocurrió, así que me levante pesadamente de mi cama para encenderlo de nuevo, para mi mala suerte no ocurría nada, al principio pensé lo peor; se quemo. Luego pensé en otras causas hasta que decidí volver a la cama, me cubrí hasta el cuello y cerré mis ojos.
Los minutos pasaban y no lograba dormirme, comencé a sentir calor, mucho calor, sudaba hasta el punto de tener que quitarme la camiseta. Estaba empapada completamente, mi aire acondicionado funcionaba perfectamente así que supuse que tenía fiebre, me levante lentamente y camine hasta una repisa que estaba cerca del televisor para tomar una pastilla, trague y di la vuelta para dar un grito, quizás el grito mas lleno de horror que cualquiera que haya oído en alguna película de terror. Había alguien acostado en mi cama.
Se veía una sombra pero a pesar de ser negra sobresalía de lo demás dejando ver la silueta sobre la cama.
—No vuelvas a gritar. —Dijo una voz proveniente de la cama. Me tambalee del susto y luego volví a recuperar el equilibrio.
—Estoy soñando. —Me dije a mi mismo en voz alta.
—No estás soñando, porque crees que me aparecería en un sueño pudiéndolo hacer en la realidad, observar esa cara de espanto, escuchar ese corazón acelerado. Que placer. —Pude notar cómo se levantaba de la cama para sentarse en el borde.
—Entonces quien eres, si no me lo dices gritare y llamaran a la policía.
—No lo hagas, soy un Emisario, no vengo a hacerte daño.
— ¿Un emisario? ¿De quién? Responde. —Mis piernas temblaban y el sudor aun no cesaba.
—Soy el Emisario del diablo. He venido aquí a charlar contigo, ¿eso era lo que querías, no?
—Basta. —Grite llenándome de valentía. —Eso es imposible, y sobre lo que dices, ¿quién te lo conto? ¿Ricardo? ¿Ángela? Basta de bromas. Seguro fue el idiota de Francisco.
—No conozco a esos individuos. Solo vine acá porque tú querías hablar con el diablo ¿no es así? Pues el no puede venir, así que me envió a mí.
—Como puedo saber que eres real, que esto no es una broma. —Mi cuerpo dejo de sudar.
—Te quite la sudoración, que asqueroso son ustedes, cuando llegues al infierno seguro te secaras y quedaras bien crujiente, que delicia.
—Imposible. —En ese momento comprendí que eso estaba pasando de verdad. —A que te refieres con eso, ¿cuando llegue?
—Así es, tú iras con nosotros y allá si podre hacerte lo que yo quiera así que por el momento estás viendo mi lado asqueroso.
— ¿Entonces a que has venido? ¿Vas atormentarme?
—Como quisiera, vengo a hablar contigo, solo eso. Y no pienses en hacerme preguntas ridículas sobre el futuro o sobre ti, no puedo saber nada de eso.
—Entonces estas quitándome mi tiempo. —Dije finalmente enfurecido y asustado, realmente sentía muchas cosas en ese momento.
—Puede ser, entonces ¿quieres que me vaya?
—Sí. Lárgate de aquí, y envíale este mensaje a tu rey, mi alma jamás se irá con él.
—Supongo que puedo decirle eso, nos veremos más pronto de lo que tú crees.
En un instante desapareció, el cuarto comenzó a enfriarse por el aire acondicionado y mi pecho se libero de una gran presión. Camine lentamente hasta mi cama y me tire sobre ella acobijándome de pies a cabeza. Hubo un pequeño silencio y luego el televisor se encendió. Maldije como nunca en mi mente y luego oí esa voz de nuevo.
—Olvide encenderla de nuevo.





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